Era un barrio de casas de clase media, talleres y depósitos. Pero hace cinco años, las grandes marcas de indumentaria empezaron a instalar sus outlets en las calles Aguirre y Gurruchaga. Y en los últimos meses el fenómeno explotó : según contabilizó Clarín , en sólo cuatro cuadras hay 62 negocios. La demanda de locales es tan feroz, que están abriendo más en las calles aledañas, por lo que en diez cuadras ya hay 80. Las propiedades triplicaron su valor : por una casa en la zona pagan un promedio de medio millón de dólares. Las compran, las demuelen y hacen más locales. Así como hace un tiempo intentaron imponer el nombre de “Palermo Queens”, ahora las inmobiliarias del barrio hablan del “Nuevo Villa Crespo”.
Las cuadras con más comercios son Aguirre al 700 y al 800 y Gurruchaga al 700 y al 800. Casi todas las firmas importantes de ropa, calzado o accesorios abrieron su outlet en la zona, como Cacharel, Rapsodia, Ona Sáez, Caro Cuore, Hush Puppies, Puma, Wanama, New Man, Awada, Etiqueta Negra, Akiabara, Lacoste, Prüne y Blaqué. Son tantas las marcas que quieren instalarse que los locales se expanden por más cuadras de esas calles y por Loyola al 600 y al 700, Serrano y Acevedo.
Uno de los pioneros en la zona fue Hunor Gombos, un húngaro que fabrica ropa y accesorios de cuero y que hace décadas tenía un depósito en Serrano y Aguirre. “Mi local estaba en la calle Florida, pero hace cinco años, cuando aparecieron los primeros negocios de Aguirre, abrí el depósito para venderle al público. Y la verdad es que cada mes funciona mejor. Vienen muchos brasileños y europeos.” Ahora su local se llama “Outlet de cuero”, pero sigue vendiendo modelos exclusivos y de primera. Una de sus clientes es la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
“Hubo una gran explosión en los últimos diez meses –confirma Humberto Giordano, vicepresidente la Federación de Comercio de Buenos Aires–. La zona tiene un gran movimiento comercial y, a diferencia de la avenida Córdoba, recibe mucho turismo, sobre todo brasileño, chileno y uruguayo”.
En efecto, el portugués es el segundo idioma más escuchado en la zona. “Nos enteramos de estos outlets por Internet –cuenta Mauricio, de Brasilia, que carga unas cuantas bolsas–. Todo está a mitad de precio que en Brasil y mucho más barato que en calle Florida”.
La firma de ropa para chicos Mimo es una de las que está por abrir un local en la zona, en Gurruchaga al 900. “Nos faltaba presencia en este eje, que es visitado por un público muy distinto al que va a avenida Córdoba. Como tiene todas las marcas de primer nivel de los shoppings en unas pocas cuadras, va gente que las consume, pero busca precio . En cambio, a Córdoba van los que buscan sobre todo precio, porque tienen la alternativa de encontrar marcas más chiquitas. En el local de Gurruchaga vamos a ofrecer artículos de temporadas anteriores, discontinuos o de segunda con descuentos de hasta un 30%”, cuenta el director de imagen de Mimo, Gerardo Garcea Breme.
“La zona comercial está en expansión: va a llegar hasta Malabia y hasta Juan B. Justo, y en algún momento se va a conectar con Palermo –pronostica Diego Migliorisi, de la inmobiliaria Migliorisi, que ahora promociona el barrio como “Nuevo Villa Crespo”–. Antes era un área deprimida, porque con la crisis de 2001 cerraron las fábricas y quedaron casas antiguas. El fenómeno de ahora es como una lotería para sus dueños, porque pueden venderlas, comprar más metros en otro barrio y quedarse con un ahorro. Las propiedades triplicaron su valor. Una casa de U$S 100 mil se vende a 300 o 350 mil. No se contemplan sus metros cuadrados, sino su ubicación”.
Por una casa de 52 m2 sobre un lote de 4 x 13 metros en Aguirre al 600, una inmobiliaria pide U$S 410.000. Un local de 220 m2 en Aguirre al 700 está publicado a U$S 1.200.000 con la promesa de una renta anual del 8%. Y otro de 112 m2 en Loyola al 600 cuesta U$S 520.000. Algunas propiedades que se ofrecen como locales aún son casas. “Próximamente excelente local en esquina de doble altura”, promete un cartel sobre un complejo de duplex bastante nuevos pero con los días contados , en Aguirre y Serrano.
“Las casas son compradas por inversionistas que las demuelen para hacer locales y alquilarlos por un promedio de $ 10.000 al mes, a veces sumados a un porcentaje del 5 al 10% de las ventas”, dice Migliorisi.
No todos los vecinos están contentos. “Me molesta que hayan tirado casas antiguas, incluso algunas que por ley no podían demoler –comenta Silvina–. Más allá de eso, creo que mientras dure el florecimiento económico no va a haber problemas. Mi temor es que, si hay otra crisis, esta zona se va a convertir en un barrio muerto”.
“El movimiento de gente que va y viene con bolsas, los autos que estacionan en doble fila y los volquetes suman caos al barrio –cuenta Laura Fuertes, otra vecina–. Salir a comprar algo es cada vez más difícil. Desapareció el kiosko, el zapatero, los pequeños comercios de toda la vida”.
El ministro de Desarrollo Urbano porteño, Daniel Chain, analiza: “En Villa Crespo los precios de las propiedades todavía están más bajos que en Palermo. Pero seguirán aumentando, porque será uno de los barrios beneficiados por las obras de aliviadores del arroyo Maldonado, que evitarán inundaciones. Entonces, así como en su momento dejó de ser una zona de pequeñas industrias textiles, probablemente vuelva a transformarse, porque va a ser difícil mantener los outlets. Porque la ciudad está viva y va mutando”.
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